¿Cómo puedo saber si tengo una enfermedad autoinmune?
Las enfermedades autoinmunes son aquellas producidas por el daño directo o indirecto de las propias defensas (auto anticuerpos) contra estructuras del cuerpo como órganos o tejidos. Así pues, una enfermedad autoinmune se puede manifestar de muchas formas, siempre dependiendo de donde han actuado estos auto anticuerpos.
Debido a esto, y poniendo un ejemplo relativamente frecuente, podemos encontrar que una enfermedad autoinmune que dañe la piel, se presente como una urticaria, una alergia al sol o como lesiones cutáneas inflamatorias inespecíficas. Algunas de las enfermedades autoinmunes que afectan la piel son ampliamente conocidas, como el vitíligo o la psoriasis, y otras, como el lupus eritematoso sistémico (lupus), el síndrome antifosfolípido o las vasculitis mucho menos. Para orientarnos mejor, tomaremos como referencia el hecho de que una enfermedad autoinmune sistémica afectará por regla general más de un sistema, dando una sintomatología variada y abigarrada. Nos debería poner en alerta que a una manifestación cutánea se le sumasen síntomas más sistémicos como la fatiga, los dolores articulares o la fiebre. No obstante, ante cuadros generalizados, el primer paso a dar siempre es visitarse con un médico generalista (ya sea el especialista de atención primaria o un especialista en medicina interna) para que pueda excluir causas más frecuentes de dolencias comunes como las infecciones víricas o bacterianas, o trastornos hormonales. Volviendo a las enfermedades autoinmunes, vemos como otra forma frecuente de presentación está relacionada con la asociación de diferentes enfermedades autoinmunes, es decir, al padecer una de ellas puede aparecer con el tiempo otra relacionada. Por ejemplo una enfermedad autoinmunes que afecte al tiroides (tiroiditis de Hashimoto), puede darnos una mayor predisposición a padecer un síndrome seco (también conocido como Síndrome de Sjögren) o una celiaquía.
También existe una posible agregación familiar que obedece al componente genético que pueden tener algunas enfermedades autoinmunes. Así pues si tenemos familiares de primer orden afectados de la misma enfermedad autoinmune, sería prudente acudir a un especialista para que valorase si estamos en riesgo de desarrollarla nosotros mismos.
Para concluir, nos gustaría hacer un pequeño recordatorio, que consiste en remarcar que problemas obstétricos como los abortos de repetición o la pre-eclampsia también pueden tener su origen en enfermedades autoinmunes, como el síndrome antifosfolípido obstétrico, y sería obligado acudir a un médico especialista en inmunología reproductiva para valorarlos correctamente.